Cuando
hablamos de la inteligencia, decimos que es la capacidad de
relacionar conocimientos que poseemos para resolver una determinada
situación.
Por lo
que podemos deducir que ser inteligente es saber elegir la mejor
opción entre las que se nos brinda para resolver un problema.
También
cabe mencionar la diferencia entre una persona inteligente y una
persona sabia. ¿Es lo mismo ser sabio que inteligente? Pues no. La
sabiduría es la posesión de conocimiento, el saber cosas. En la
inteligencia se utiliza las cosas que sabemos, aún así podemos
saber muchas cosas y no ser capaces de resolver un determinado
problema.
Otro
término que se confunde con la inteligencia al igual que ocurre con
la sabiduría es la cultura. ¿Una persona culta es una persona
inteligente?. Antes de nada tenemos que comprender que significa
cultura en el sentido de la reflexión que estamos tratando. Según
la RAE(Real Academia Española) un individuo culto es una persona que
posee un conjunto de conocimientos. Por lo tanto una persona culta,
no implica que sea más inteligente que otra inculta (sin estudios,
sin conocimientos culturales).
Ahora
centrandonos en nuestro tema, de que hablamos, cuando hablamos de
“Inteligencia Emocional”?
El
término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990
por Peter Salovey de Harvard y John Mayer de la New Hampshire, como
la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y
de los demás y utilizarlos como guía del pensamiento y de la
acción. La inteligencia emocional se concreta en un amplio número
de habilidades y rasgos de personalidad: empatía, expresión y
comprensión de los sentimientos, control de nuestro genio,
independencia, capacidad de adaptación, simpatía, capacidad de
resolver los problemas de forma interpersonal, habilidades sociales,
persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto.
Uno de
los dogmas de la cultura occidental ha sido el concepto de
inteligencia, entendida ésta como el coeficiente intelectual, o sea,
como aquello que miden los tests de inteligencia. Lo único que
medían los tests eran las capacidades (lingüísticas,
matemáticas...) propias del rendimiento académico. Existen muchos
inconvenientes por parte del C. I. a la hora de medir la inteligencia
por lo que a partir de los años cincuenta de nuestro siglo se
produjo el descrédito de los citados tests. Se vio que el propio
Stanfor-Binet está influido por factores culturales. Lo que miden
estos tests no es sólo la inteligencia sino también la cultura de
los sujetos.
Daniel
Goleman, psicólogo norteamericano, bajo el término de "Inteligencia
Emocional" recoge el pensamiento de numerosos científicos del
comportamiento humano que cuestionan el valor de la inteligencia
racional como predictor de éxito en las tareas concretas de la vida,
en los diversos ámbitos de la familia, los negocios, la toma de
decisiones, el desempeño profesional, etc. Citando numerosos
estudios Goleman concluye que el Coeficiente Intelectual no es un
buen predictor del desempeño exitoso. La inteligencia pura no
garantiza un buen manejo de las vicisitudes que se presentan y que es
necesario enfrentar para tener éxito en la vida.
La
Inteligencia Académica tiene poco que ver con la vida emocional, las
personas más inteligentes pueden hundirse en los peligros de
pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables. Existen otros
factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a
decepciones, controlar el impulso, regular el humor, evitar que los
trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc.,
que constituyen un tipo de Inteligencia distinta a la Racional y que
influyen más significativamente en el desempeño en la vida.
El
concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel
preponderante que ejercen las emociones dentro del funcionamiento
psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos
difíciles y tareas importantes: los peligros, las pérdidas
dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, el
enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En
todas estas situaciones hay una involucración emocional que puede
resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien interferir
negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una
disposición definida a la acción, de manera que el repertorio
emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente
en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.
1.-Conocer Las Propias Emociones: Se refiere a tener consciencia de uno mismo, reconocer el sentimiento mientras está ocurriendo. La habilidad de advertir los auténticos sentimientos, poder simbolizarlos y nombrarlos correctamente, es un factor clave de la Inteligencia Emocional. Las personas que tienen una mayor certidumbre con respecto a sus sentimientos, son mejores guías de sus vidas y pueden tomar decisiones más acertadamente.
2.-Manejar
las emociones: El manejo de los propios sentimientos y su
adecuada expresión son una habilidad que se sigue de la anterior.
Básicamente esto tiene que ver con aprender a tener un cierto
distanciamiento de los asaltos emocionales como la irritabilidad, la
ansiedad y la melancolía. Así como lograr una expresión emocional
auténtica y satisfactoria. Evitar los extremos del descontrol y él
inunde emocional por un lado y, de la represión e inhibición por el
otro, capacita para enfrentar mejor la frustración y los reveses de
la vida.
3.-La
motivación intrínseca: Esta capacidad de la Inteligencia
Emocional consiste en lograr el autodominio emocional y la
automotivación en metas de largo plazo. Esto permite enfrentar las
tareas con un nivel de fluidez emocional, armonía y ausencia de
ansiedad; y facilita una mayor eficacia en el desempeño. Cuando las
personas están provistas de una motivación intrínseca y disfrutan
de lo que hacen, su productividad aumenta a la vez que pueden
establecer contactos interpersonales saludables.
4.-Reconocer
las emociones en los demás: La empatía o capacidad de
conectarse con las necesidades y sentimientos de los otros, es una
habilidad fundamental en las personas. Quienes logran desarrollar
esta habilidad tienen enormes ventajas para desempeñarse con éxito
en la vida personal; como en lo profesional, ya que tenderán a
establecer contactos personales de colaboración y mutuo
entendimiento.
5.-Manejar
las relaciones: La competencia social, la eficacia
interpersonal, el buen manejo de las comunicaciones, son habilidades
que posibilitan el liderazgo, el manejo de grupos y la popularidad.
Tener aptitudes en las relaciones interpersonales es el último
aspecto de la Inteligencia Emocional.
Debemos
de concebir que la inteligencia emocional no es un parámetro marcado
desde el momento de nuestro nacimiento sino que debemos de concebirla
como algo que es posible desarrollar y fomentar, ni siquiera es algo
que quede estacionado y que llegue un momento en el cual es imposible
su desarrollo. Si es cierto que esta teoría de Goleman de la
Inteligencia emocional aporta un nuevo punto de vista pues nos dice
que el futuro no es algo que este predefinido, no esta escrito, somos
nosotros, el entorno y nuestros patrones lo que lo marcamos.